Escribí buscando con mucha atención lo que se estaba organizando en mí y que con sólo después de la paciente quinta copia empecé a entender.
C.L.
En el vuelo se explicó su brazo torpe: era un ala. Y su ojo un poco estúpido, aquella mirada estúpida era buena para la vastedad. Andaba mal, pero volaba. Volaba tan bien que hasta arriesgaba la vida, lo que era un lujo.
C.L.
El silencio del libro, te iba seduciendo por entero. Su contenido no era lo importante, pues su lectura tenía lugar en una época en la que todavía te inventabas historias en la cama.
Walter Benjamin, Ampliaciones, Niño lector.
En este mismo instante tanto Sofía como yo estamos en las alturas del paraíso, ambas en casas de madera realizadas por pálpitos incontrolables, ambas respirando celeste profundo, ambas escuchando el leve sonido de las hojas, orquesta matutina que nos alimenta y claro, también escuchando uno que otro copetón cantándole al cielo. Esto es un prólogo para hablar del magnífico portafolio que tienes en tus manos, claro que voy a nombrarte capítulo a capítulo lo que vendrá en las páginas siguientes, pero no puedo mentirle, mentirme, no puedo dejar de decirlo porque realmente es lo que más importa: Sofía sobrepasa todos los límites de mi propia escritura. Sofía disfruta escribir. Sofía es buena investigando, o mejor: Sofía es una de las mejores investigando. Perdón. Me corrijo. Sofía fue la mejor investigadora que conocí durante estos nueve años de docencia en el LCI Bogotá donde jugamos a desvestir las palabras. Punto.
Sofia escribe desde tercero de primaria y Marcela Montenegro también vio su potencial.
Sofia tiene alas y muchas veces lo olvida.
Sofia aun no sabe que puede volar.
“Háganlo lo más personal posible” les dijo Mario Saenz con el estilo rebelde que lo caracteriza y Sofía mientras pensaba en la posibles investigaciones, ir de las etapas del silencio o hacer una crítica a la inteligencia artificial, comprendió que su paraíso es lo mejor de sí. Es por ello que, aunque no veas su casa de madera con techos altos y ventanales gigantescos diseñada por sus padres, la sentirás en las páginas que vienen. Polo a tierra no solo expone en cinco capítulos el paso de Sofía Sanchez por el programa de Gestión de la Moda, también expone su capacidad organizativa, su pulida pulcritud y su cabeza pensante. Observaras entonces en el primer capítulo donde la Leña es la encargada de encender los pálpitos de todo corazón, es la sección de comunicación, un espacio de suma importancia donde podrás observar las habilidades académicas y creativas de nuestra autora. Néctar en cambio, nos mostrará la actitud un poco mas desfachatada de Sofía, una editorial de moda jugada donde se entrecruza una mirada libre y potente. Para la sección de mercadeo fueron los cultivos entre su orden y su trabajo los que inspiraron la diagramación de Huerta y es ese esfuerzo casi imperceptible lo que hace que podamos entrever las asociaciones entre la tarea rigurosa del análisis de mercado y resolución de problemáticas con los ejercicios de la siembra: práctica completamente humana. Para el cuarto capítulo, Cabaña, Sofia nos mostrará su proyecto de grado, Estudio Fachie, que se consolida como una propuesta de un centro experiencial para vivir la cultura de cundinamarca: prácticas artesanales como la cesteria, la marroquineria, la orfebreria y la talla en madera se combinan con talleres culinarios y catas donde las personas puedan aprender sobre comidas ancestrales. Espectáculos de entretenimiento que filtran nuestra historia y lo que somos como cultura. ¿Y la moda qué? Típica pregunta superficial para todo cuerpo pensante: Sofía es capaz de contar las historias a través de experiencias estéticas —una diagramación, un texto o una espuma sabor a envueltico de mazorca— qué mas pedirle a la tierra. Para finalizar, Manada, la última sección que busca mostrar la capacidad creativa y fue inspirada por aquellas vacas curiosas y toros cuidadores, animales con los que vale la pena seguir compartiendo el paraíso.
En este mismo instante tanto tú como yo estamos en contacto con aquel Polo a tierra que Sofía decidió mostrarnos. Ella quizás se encuentra viviendo en su paraíso en la montaña, caminando por las calles de Copenhague o quizás en algún cafecito en Lisboa. Tanto aquí como allá estará organizando el mundo de manera lenta como buena hortelana, inventando historias en la cama que maduraran en su espíritu y claro, buscando la vastedad con sus brazos alas.
Prólogo realizado para el portafolio de grado de María Sofía Sanchez
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