sábado, 31 de diciembre de 2016

Teticas de gitana

Tácticas femeninas: las tetas

“José Arcadio y la muchacha no presenciaron la decapitación. Fueron a la carpa de ella, donde se besaron con una ansiedad desesperada mientras se iban quitando la ropa. La gitana se deshizo de sus corpiños superpuestos, de sus numerosos pollerines de encaje almidonado, de su inútil corsé alambrado, de su carga de abalorios, y quedó prácticamente convertida en nada.”

Fui plana como la gitana o aún lo soy comparada con muchas, además cargo con la historia familiar: mi mamá fue plana, mi abuela también y seguramente mi hija lo será. Existió un  momento BOOM cuando mis tetas se hincaron —no con aire sino con carne— y quedaron perfectas. Pelotudos mirándolas como si nada. Sigo sin entender cómo las mujeres con curvas marcadas aumentan su coqueteo para ellos. Sí claro, no voy a negar que lo he hecho, pero soy mala para la caída directa, me gusta a distancia.

En fin, las tuve grandes y redondas, pero después  las rechacé. Ahora las quiero, aunque no tanto, pediría un poquito más, pero que no quede toda apretada. Una gota para el bikini azul rey, y otra más para el brallette o el body tan hermoso que me compré en París. Son pequeñas y, a veces, solo a veces, se sienten como nada.

¿Operarlas? Mmm, no sé.

¿Para quién estas construyendo tu vida?

“Era una ranita lánguida, de senos incipientes y piernas tan delgadas que no le ganaban en diámetro a los brazos de José Arcadio, pero tenía una decisión y un calor que compensaban su fragilidad.”

—¿Amor?
—Mmm
—¿Tengo tetitas incipientes?
—¿Qué?
—¿Qué si parezco una ranita lánguida de senos incipientes?
—Ay Ángela, duerme mejor.

Cerré el libro, me las toqué para verificar su tamañano y no, no son esas mogollas abrumadoras que deben producir tanto placer. BOOM: agarrar algo con fuerza.

Viktor & Rolf metidos en mi cama. Viktor cose volados, un tul rosado que envuelve mi teta derecha y Rolf cose botones en mi teta izquierda.  Alcanzo a ver el piso de mi cuarto lleno de materiales,  como un taller de confecciones: retazos de telas, tijeras, agujas, hilos, papeles y bocetos. Mi cuerpo  va aumentando su tamaño, curvas por doquier, sigo creciendo. Una sala de operaciones, un cuerpo perfecto, ganar más espacio en el mundo. Ahora Rolf  cose moños sobre los volados y Viktor sigue con el tul.

Ellos trabajan en silencio y mientras cosen es como si me contaran sus historias: el desfile de 1999 donde una sola modelo resistió16 prendas encima de ella. Una de sus últimas presentaciones inspiradas en el cubismo u otra en la que los vestidos se volvieron cuadros. Mientras avanzan, me voy sintiendo una pin-up y me empiezo a preparar sociológicamente para exhibir mis nuevas tetas. Tendré que comprar brasieres, camisas y camisetas, y de seguro otra chaqueta de cuero. Ya no soy la gitanita sin nombre, ya no necesitaré usar los pollerines. ¿Me va a doler la espalda? ¿Quedarán frías?, como dicen. ¿Y todos esos pelotudos mirándolas? ¿Saltarán mucho al correr? Oh por Dios, empiezo a desear mis senos incipientes.  Temo que Viktor o Rolf decidan utilizar la motosierra.

Cuando volteo hacia el otro lado, Margiela está junto a mí. No lo veo pero reconozco su francés con acento belga y el olor a pintura. Los ¿casi? gemelos holandeses desaparecen y Martin corta todos los botones, rompe los moños, deshilacha los tules. Seré la gitana de vuelta, aunque no la entiendo,  ¿de qué época es?,  ¿de dónde sacó tantos pollerines tipo María Antonieta?, además, ¿Macondo no es caliente? Margiela no me cuenta sus historias así que yo tengo que seguir con las mías. Él se ocupa de recuperarme  esparciéndome pintura blanca por todo mi torso. Su firma que refresca. 
Me preocupo: mis teticas eran incipientes pero eran. Margiela sería capaz de dejarme dos agujeros negros sobre un torso color piel. 

¿Seguiré siendo mujer?
Hay varias voces en mi cabeza y me gusta enredarlas.

“Y quedó prácticamente convertida en nada.”

Me levanto, me baño, voy a mi armario, abro el segundo cajón: la línea de brasieres organizados. Recuerdo la vez que dejé de ponérmelos por unos meses para ocultar mis tetas por completo, o cuando  tenía 13 años y los usaba grandes para aumentar el tamaño. Ahora son de la talla correcta, creo que es una buena señal. Negros o azul petróleo: mis favoritos, encajados para algunas ocasiones y solo uno blanco que permanece en el fondo. Toco el rosa con encaje gris, lo elijo para hoy y BOOM, vuelve el dúo holandés con sus capas y capas  voluminosas, figuras que van in crescendo, una bomba a punto de estallar cuando se cruza el verso de Blanca Varela: convertir lo interior en exterior sin usar el cuchillo. ¡Ahg! qué palpito tienes Varela, sos punky. 

¡El brasiere encima de la camiseta!, pienso.

Vicktor & Rolf combinado con Madonna en pleno concierto en los 80 que muestra su corsé de conos puntiagudos diseñado por Gaultier. Los pezones de la reina del pop apuntan  violentamente al publico: ícono ella con su irreverencia, ícono el diseñador vestido de camisa marinera junto a Martin, su asistente, que después será un ausente para el mundo siendo la cabeza de una de las mas grandes marcas de lujo.

BOOM, la nada. BOOM, la nada. Se ponen, se quitan, se esconden, se perfuman. Un BOOM con Viktor and Rolf y Madonna. La nada y la gitana con sus piernitas delgadas, su fuego interno y Margiela deconstuyendo los cuepos.  Un BOOM y la nada, un BOOM y la nada, un BOOM y la nada: casi infinito.

¿Operarlas? Jamás.
Payasadas volátiles que revelan profundidades.

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