Tácticas femeninas: el liguero
Chocolates:
Una mujer está sola en casa, y la torre Eiffel aparece gigantesca por los ventanales en la oscuridad parisina. Camina por el piso de madera de su apartamento, lleva un baby doll negro de seda con encaje en el busto y unas medias veladas negras. Luce sexy y cansada. No salió esta noche. Posa su copa sobre la chimenea blanca de arabescos en yeso. Recuerda las pestañas cayendo sobre la mejilla de Gemma Ward, niña-mujer jugando a las muñecas durante el photoshoot de Mario Testino. Respira, mira su reflejo en el espejo, y se topa con su delineador corrido. La editorial realizada para Vogue París en el 2005 se le borra de la cabeza, y vuelve a su cama.
Ostras:
Una mujer está en su casa. Camina por el piso de madera, solo lleva puesta la camiseta blanca de su amante, de su lover, ese hombre pelinegro que llenó la sala de instrumentos. Se sienta en la banca del piano blanco y mira la noche parisina desde las ventanas que apuntan al cielo. Silencio, los niños dormidos, con seguridad Lagerfeld esta despierto igual que ella, piensa. Recuerda la colección de Chanel SS15 cuando desfiló con el megáfono dentro del Palais de Glace. Cierra los ojos, acomoda su flequillo en su frente y vuelve a la cama.
Cigarros:
Hay otra mujer, camina hasta la ventana y se asoma, pasa la palma de la mano por el balcón de acero con arabescos y flores: líneas orgánicas que juegan en su mente. El cuello blanco brocado de la ultima colección men FW17, tules como sombreros, I am in red with love estampado en las mallas, una marca que ya no es suya.
She bit. Must we blame her, abuse her.
poor sweet bitch. perhaps there's more to the story.
Think of Satan as some stud.
maybe her knees were open.
satan snakes between them.
El poema de Patti Smith entre sus dientes…
Pleasure, pleasure, garden
Pleasure, pleasure, garden, repite.
Roitfield con sus smoky eyes y cejas pobladas me lleva a pensar en las formas conocidas de erotismo. La editora sensual e irreverente de raíces rusas cimentadas en tierras francesas, encontró en los corsets, las faldas ajustadas hasta las rodillas, el negro y las telas satinadas el Porno Chic que la hizo conocida. Fresas recubiertas con chocolate por sus diez años de trabajo en Vogue París, nueces y almendras con un poco de miel y canela por sus colaboraciones con Mario Testino, mucho chocolate blanco para recordar su amistad con Tom Ford y la G de Gucci rasurada en el pubis de Carmen Kass.
De Magritte y su aire natural alternativo, ese fleco que le tapa un poco los ojos, la mujer Chanel de esta década. Curtiendo sus años con frescura, la francesa más francesa de todas esconde su sensualidad entre sus prendas holgadas. Concha tornasolada que me hace pensar en el erotismo que corre, de manera casual, por sus venas mientras asiste a los desfiles en marzo y septiembre o a alguna rueda de prensa en torno a su libro de tapa azul How to be a Parisian wherever you are para decirle a miles de jovencitas desaforadas: nada de mucho maquillaje, ni muchos colores, ni muchos accesorios o, mejor aún, always be fuckable y claramente le hacemos caso a ella o a cualquiera que haya escrito, a la sombra de la fama, aquellas paginas.
Demelemeuster, vanguardia pura: punky, rebelde y romántica, moviendose entre la rapidez del fast fashion y las tendencias. Una historia forjada en los ochentas cuando seis jóvenes belgas se unieron para exponer la creatividad de la escuela de Amberes, y fueron reconocidos por la prensa internacional. Ella, de negro absoluto, con su pelo cobrizo combinado con su extrema delgadez me hace pensar en la libido, fundirse en el otro, un impulso de verdadero erotismo, el Élan Vital. Silencio y cigarrillos mezclados con sexo, porque no hay tiempo de pensar en ligueros y corsets cuando por dentro se está ardiendo.
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En este texto habrá más de mí y un poco de ti
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Es impensable imaginar que una prenda masculina se convirtiera en el climax del erotismo. El liguero, objeto extraño situado en la cadera, pulpo de seis u ocho brazos que recorren las piernas, era una pieza utilitaria que sostenía unos pinches calcetines de seda o de lana. Puesto que las medias siguen siendo prendas que no han sido revestidas de placer, solo la liga o el liguero ocupan ese puesto, Roitfield o De Magritte deben agradecerle a la Reina Isabel II por haber sido la primera en utilizar esa prenda masculina y resignificarla. Pero para ser exactos fue la invención del nylon la que liberó por completo al liguero de su utilidad ya que las medias tendrían, por fin, sus elásticos para posarse como deben en las pantorrillas. Siglos después, Hollywood implantó el fetiche por las prendas interiores en la memoria cultural, esas seis tiras inexplicables que recorren las piernas no serían nada sin las escenas eróticas en las que Marlene Dietrich con sus medias negras, liga blanca y tacones claros en El ángel azul, conecta al televidente con una pieza de placer que, al final, solo es 10 c.m. de encaje, diez centímetros que separan a un cuerpo desnudo.
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Necesito de la oscuridad para crear
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Hay una mujer, esta sola en esa casa prestada observando el cielo parisino, fuma uno de los cigarros más caros que ha pagado en su vida. Se contenta con su pasado sin estereotipos, no está roída por series y películas, se satisface por saltar al vacío sin importar el golpe. Se le pasan por su cabeza los encuentros fugaces de una noche, también romances de años y estaciones. Una niña-adolescente que se convierte en mujer, un cuerpo que aúlla.
París es una mentira bien construida, al igual que los ligueros o los cigarrillos, piensa. Así que apaga su cigarro y se va a la cama con la camiseta blanca del hombre que la ha acompañado por más de seis años. Ostras, chocolate y malboros blancos: bombones negros para una seducción inventada, conchas tornasoladas para la fuerza salina, y una pitada por cada palabra de Smith: poor sweet bitch… Pleasure, pleasure, garden, poor sweet bitch… Pleasure, pleasure, garden. Porque durante siglos tan solo fuimos esposas, amantes o prostitutas.
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El mundo está lleno de cielos partidos
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