Tácticas
femeninas: camisa de encaje almidonada
Desde hace unos días escribo esta carta en mi
cabeza y te imagino en la India o en un país asiático ayudando a las mujeres a
entender la palabra empoderamiento. Te recuerdo en la piscina de Melgar
cuando todas se empelotaron pero yo no fui capaz: libertad europea me dije a mí
misma, mientras mantenía mi pudor como el regalo más preciado. ¿Qué es vivir
sin pudor Elisabeth? ¿Despejarte con total libertad?
Una intimidad erótica, una tina rosada, unas
botas de terciopelo azul, un reflejo ante un espejo, unos ojos que se fijan en
mujeres multiplicadas. Una fuerza que no puede ser comprada, tampoco
arrebata. Karen Lamassone y sus autorretratos en acuarela, pero Lamassone esta
más cerca de ti que de mí, sin importar cuánto mire sus cuadros.
En cambio yo intento liberarme dentro de mi
traje negro, un vestido de dos metros de colores oscuros, una poética postiza
que exprimo pero ya no sale nada. ¿Dónde está la fuerza? Me pregunto a
diario y te lo escribo porque sé que tú también te lo preguntas, ¿crees que
está en un cuerpo desnudo o en una coraza autocreada?
“En Europa lo mismo que en América al hombre
le hace cosquillas el movimiento feminista como si le pasaran una pluma por las
fosas nasales” escribió Laura Mendez de Cuenca en 1907. Además de la imagen tan
potente me encanta la elección de las palabras. Después hablará de las reinas
del hogar, pero nosotras cultivadas como flores de canela, como ella nos
llamaría, seguimos luchando por eso que anhelamos ser. Amo la palabra lucha,
esa militancia comprometida, el punto es cómo no quedarnos en las palabras y
actuar, o tal vez son las palabras las que nos ayuden a protegernos.
Una puta feminista me declaré hace un par de
días y claro que al feminismo de la segunda ola no le gustaría ese nombre y
mucho menos a mi papá. Y con todos los libros sobre la mesa La plenitud de
la vida y El segundo sexo de Beauvoir, Teoría Kink Kong
de Despentes e Impresiones de una mujer a solas de Laura Mendez (tienes
sí o sí que leerla) paro tu carta para tomar una foto y publicarla en mis
pinches Intastories… y vuelvo a decirme puta, estoy dominada por
la moda. Y mi padre, ya lo conoces, empezó a decirme que yo era una mujer y
listo, que no tenía que usar esa palabra para describirme. ¿Cuál palabra
papá? ¿Puta, putita? Sí, claro que lo estaba toreando, con mi rabia contenida.
Y después hablamos sobre violaciones y lo mismo de siempre: si llevaba una
falda muy corta, quién la manda a estar tomando trago con un par de tipos,
caminado sola por la noche. Y cae una manta negra sobre todas nosotras: pudor
compartido. Así qué decidí colgar, llegar hasta ahí, para que el abismo no se
hiciera más profundo: no puedo pedirle que comprenda una lucha que no ha
sentido.
Fueron las teorías de Virgine Despentes
las que me ayudaron entender mi postura. Ella tan aguda para decir “la
violacion es un programa político preciso: es la representación cruda y directa
del ejercicio del poder”. El día que lo leí, el novio de Melissa Aguirre la
mató a puñaladas, más de cincuenta en menos de seis minutos. Estoy segura de
que debí verla en alguno de sus entrenamientos de voleibol mientras yo me
preparaba para mi clase de contemporáneo. Al día siguiente Facebook estalló con
el video de en colombiano burlándose de una japonesa luego de la derrota en el
Mundial. No sé si lo viste, al inicio me dio una rabia tremenda, después lo
volví a ver y me puse a llorar. Yo soy bien perra, más puta pa donde, le dijo
el colombiano para que la japonesa repitiera y ella solo le sonreía a la
cámara. Perras nos llamó, putas nos dijo a todas. Perras por usar pantalones,
putas por llevar minifalda. Perras por tirar con un desconocido, putas por
buscar el amor. Perras por leer a Silvina Ocampo, y bien putas por leer a
Virgine Despertes, pero no pasará nada, el man del video seguirá tranquilo
disfrutando del mundial, tranquilo entre comillas porque el video se
volvió viral y tuvo que pedir perdón,
pero para qué si en el fondo es lo que cree así tenga hijas, así estuviera
borracho. Así que publiqué: desde hoy me declaro una puta feminista, para todos
esos machitos que creen ofendernos.
Después en el capítulo de “Durmiendo con el
enemigo”, Despentes comenta las similitudes que encuentra entre el oficio de
escritora mediatizada y el acto de prostituirse. Y claro que me sorprendió,
ella lo describe como emanciparse, hacer lo que no debe hacerse, ofrecer la
intimidad, y ahí me quedé perpleja. Porque la puta vanidad me persigue, la
mujer objeto, pero un objeto con el que se pueda dominar el juego, creo. Pero a
veces me da miedo, siento el fondo y me pongo una camisa blanca de encaje y
pollerines, me cubro con el manto negro de Yamamoto, diseñador japonés,
después me deleito con las acuarelas pintadas por Karen Lamassone. ¡Ay
Elisabeth! Quisiera que estuvieras aquí, a mi lado, con camisas de encajes o
empelota, leyendo sobre los mitos, discutiendo a las grandes, evitando sobre
todo volver a caer en la trampa del qué-maravilloso-es-ser-mujer como lo dice
Monique Witting, develando el pudor, forjando una voz, siendo lo que queremos
ser.
...
Y es que he recorrido mucho mundo
para estar llena de miedo
....
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